registro piriápolis
Emprendimos camino por el borde costero con la pretensión de percibir un Piriápolis en contacto con el mar y la rambla, y descubrimos una interpretación del balneario como soporte y fiel representación del circuito de velocidad. En una mirada que seguía siendo bastante objetiva y poco comprometida emocionalmente (ya que eramos todos ajenos al lugar) sentimos la franja costanera como un marcador que mostraba imágenes cada vez más aceleradas a medida que nos alejábamos del centro, a pesar que caminábamos más lento por el cansancio. Al contrario de que se dice que en la ciudad suele haber un ritmo mayor que en áreas no urbanizadas, lo sentimos diferente esta vez; con nuestros sentidos agudizados, experimentamos un repertorio de efectos mucho más libres y poco aplacados por la vida y actividades urbanas, la población y su intervención se iba camuflando en el entorno natural.
Hacia el este con una ocupación creciente hasta la ciudad, la calle iba perdiendo su valor como ruta para transformarse en rambla costanera con un ritmo que se enlentece cada vez más a medida que nos al acercamos a la densidad central y nos aproximamos al puerto.
Y así parece ser la imagen que nos quedó de esta ciudad de toque místico, de centro y puerto bastante convulsionados durante la temporada, donde todo sucede allí en unos pocos kilómetros centrales y desde donde luego comienzan a desprenderse áreas suburbanas, barrio jardines que no pretenden ni necesitan los servicios ni actividades sustento de cualquier ciudad, pero que buscan la misma tranquilidad y paisaje mágico de los cerros y la costa.
Hacia el este con una ocupación creciente hasta la ciudad, la calle iba perdiendo su valor como ruta para transformarse en rambla costanera con un ritmo que se enlentece cada vez más a medida que nos al acercamos a la densidad central y nos aproximamos al puerto.
Y así parece ser la imagen que nos quedó de esta ciudad de toque místico, de centro y puerto bastante convulsionados durante la temporada, donde todo sucede allí en unos pocos kilómetros centrales y desde donde luego comienzan a desprenderse áreas suburbanas, barrio jardines que no pretenden ni necesitan los servicios ni actividades sustento de cualquier ciudad, pero que buscan la misma tranquilidad y paisaje mágico de los cerros y la costa.
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